tus mejillas? ¿Qué marchitó sus rosas?
HERMIA: Tal vez les falta lluvia. Bien podría
regarlas la tormenta de mis ojos.
(...)
HERMIA: Yo lo miro ceñuda, pero igual me sigue amando.
HELENA: Si tu ceño enseñara a mi sonrisa...
HERMIA: Yo le echo maldiciones; él me ama.
HELENA: ¡Si mis ruegos lograran tal efecto...!
HERMIA: Y cuanto más lo odio, más me sigue.
HELENA: Y cuanto más lo quiero, más me odia.
Sueño de una noche de Verano
W.S.